Ahora que me he despojado de
los adhesivos harapos de mi cuerpo,
voy descubriendo a través
de las ventanas del tiempo,
que uno se va enredando en su
propia vestimenta que se niega a abandonar.
Ropaje absurdo que aún siendo tan lúgubre
atesoramos como si fuera la última de la colección.
Pero cuando caminamos al otro lado del puente ...
las pasarelas se visten de esmeraldas...
entonces el espejo de nuestra existencia
nos invita a volar en otra dirección.
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