En medio de las montañas del sur
el aroma de minerales invitaba a soñar
En cada una de las estaciones
En cada una de las estaciones
Unas manos prodigiosas iluminaron mis ojos
me invitaron a recorrer cada nota bordada
y tejida en telas armoniosas de tu sentir.
y tejida en telas armoniosas de tu sentir.
Cada rincón se fue impregnando en mi retina
cada minuto vivió en el viento silencioso y
la tierra con su aliento perfecto cubrió mi figura
Atenta a las palabras de dos Marías,
soñaba el arco iris que sus manos
sacaban del calendario infinito, de un ayer distante.
sacaban del calendario infinito, de un ayer distante.
Soñé, soñé en todas las estaciones
bebí las letras de María
me impregné de su emoción y de su verso
en cada palabra del alma que plasmó
gestando un racimo de vida, a su alrededor.
Armé mis pasos llevando conmigo lo cactus
el aliento del rojizo cobre y el brillo del oro,
el saludo del campanario de la vieja iglesia
la mazorca purificada que alimentó el encuentro
las uvas estrujadas que adornaron las copas.
Buscando el alba del nuevo día.
Buscando el alba del nuevo día.
Divisé las manos benditas y laboriosas de María madre
las sortijas de cobre fundido, obsequio un hijo de María
las horas eternas de Gabriela me regalaron las montañas
y dieron refugio a mi andar... para llevar conmigo el canto
de las sílabas encendidas que danzan en la gestación
al compás de la esperanza cierta de María.
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